“Voces del Sur para la justicia climática”, el libro editado la pasada semana en Guatemala por Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe (ATALC) recoge testimonios de comunidades latinoamericanas y análisis de integrantes de la federación ambientalista internacional vinculados a las causas y efectos del cambio climático, así como proyecta medidas para contrarrestarlo.

“La cantidad de afectados y víctimas por cambio climático ya equipara a las víctimas provocadas por las guerras y conflictos armados alrededor del mundo. El planeta ha entrado en una etapa en la que si no se toman medidas urgentes, la catástrofe triunfará ante el sentido común”, señala la presentación del libro.

Con 158 páginas, la publicación ofrece abordajes teóricos y técnicos duros como el que hace Ricardo Navarro, de El Salvador, pasando por la explicación de la ecología política del cambio climático que hace Hildebrando Vélez, de Colombia, por el abordaje de impactos en la agricultura que hace Mario Godínez de Guatemala, en la crítica contundente hacia las falsas soluciones que hace Lucia Ortiz de Brazil, y en el análisis de los impactos y perspectivas en las grandes ciudades que hace Eduardo Giesen, de Chile.

El salvadoreño Ricardo Navarro, coautor del trabajo enumera algunas de las medidas “de sobrevivencia” urgentes a aplicarse en respuesta a las falsas soluciones mediante las cuales los grandes centros de poder dicen enfrentar el cambio climático. Entre esas iniciativas Navarro destaca eliminar “toda propaganda o motivación para incrementar el consumo de recursos”, terminar con “la producción de agrocombustibles” y con “la construcción de nuevas presas hidroeléctricas”, así como con “plantaciones de monocultivos y transgénicos”.

En tanto, desde Colombia, Hildebrando Vélez reclama la absoluta necesidad de cambio en los organismos multilaterales para hacer frente al cambio climático. “El modelo económico capitalista-neoliberal global basado en una cultura ‘antiecológica’ de acumulación a través del comercio de mercancías (mercantilismo y neomercantilismo), incluido el carbono como nueva mercancía, no está dirigido a resolver las necesidades de las gentes, sino al lucro y a servir a la reproducción del capital. Y su ética está orientada a la defensa de la propiedad privada y a garantizar la libertad de hacer con la propiedad lo que se antoje. Está claro que la destrucción del ambiente local y el cambio climático global son producto de tal cultura, que apropiándose unilateralmente de la atmósfera y de toda la naturaleza y del trabajo humano, procura un falso bienestar para los ciudadanos de países del norte e infelices élites del norte y el sur”, sostiene Vélez en el artículo “Negociando con el clima. ¿Otro jaque mate a la democracia?”.

“Voces del sur para la justicia climática” puede leerse en formato PDF en archivo adjunto.