“El maíz es nuestro abuelo y ha servido como parte y sustento de las culturas de nuestros pueblos, para alimentarlos y construir su cultura, cosmovisión e identidades. Hoy ha pasado a ser un objeto, una mercancía para producir agrocombustibles, para alimentar autos e industrias”, señala Saúl Vicente Vázquez, miembro de una de las organizaciones que convocan a dicho encuentro, la Unidad de la Fuerza Indígena y Campesina de México, en diálogo con Radio Mundo Real.

Esta distorsión del valor del cultivo de maíz desde múltiples dimensiones a su reducción como mercancía o “commodity” ha sido agudizada en el caso mexicano en virtud del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y Canadá, al punto que hoy México importa gran parte de su maíz de su vecino del norte y aún de otros territorios lejanos, como es el caso de Sudáfrica.

Saúl Vicente integra la Alianza por la Soberanía Alimentaria, articulación continental que precisamente enfrenta la transformación de la cultura de los alimentos y la agricultura en un mercado global con preponderancia de las grandes corporaciones transnacionales y cuya instancia de conducción se reunió el pasado fin de semana en Santiago de Chile.

En México, con más de cien millones de habitantes, el efecto del encarecimiento de maíz ha sido inmediato, grave y atentó contra el acceso de vastos sectores de la población a un alimento básico suficiente.

Por ejemplo, el precio del huevo de gallina –dependiente directamente del maíz a través de las raciones de la avicultura elaboradas en base a ese grano- se disparó en más de un 100 por ciento de su precio.

“Los sectores pobres en México basan su dieta en el maíz, el frijol y el huevo. Pero el huevo y el maíz se han encarecido tremendamente. Sin embargo el gobierno propone como solución: ‘¡que los pobres cambien de dieta!’. Esto es lo mismo que decir ‘muéranse de hambre’”.

La Conferencia tendrá lugar del 28 al 30 de este mes de septiembre en el estado mexicano de Oaxaca* con presencia de delegados internacionales, entre ellos de la Alianza Continental por la Soberanía Alimentaria.

Precisamente la Soberanía Alimentaria es, a juicio de Saúl, un concepto que resulta sensible y unificador para los movimientos sociales del continente. “En ello incluimos no solamente el tema de producción, sino de derechos, de tierras, de aguas, de territorios… un tema de democracia y de justicia en definitiva. Lanzar esta iniciativa de constituirse en Alianza es un acierto de los movimientos y pienso que estos primeros pasos puedan consolidarse con la presencia de más organizaciones regionales y subregionales del Continente”, añade.

“Nuestro desafío es construir un nuevo modelo de sociedad y de desarrollo, con identidad y con cultura, en fin, un marco de Soberanía Alimentaria. Confiamos en la experiencia y sabiduría de nuestros viejos abuelos que han empeñado casi toda su vida en esta lucha y que están dejando para las nuevas generaciones retomar este camino”.

La Alianza por la Soberanía Alimentaria se asume como continuidad histórica del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) que entre sus tareas asumió la interlocución con organismos multilaterales como la FAO, la UNASUR o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

“Los intereses sobre nuestros bienes naturales son muy fuertes: proyectos mineros, eólicos, presas, hidroeléctricas, impactan sobre nuestros territorios. Para ello tenemos esta alternativa de la Alianza por la Soberanía Alimentaria que va a confrontar el modelo desde instancias como la FAO pero también desde las calles, los campos y la movilización”, concluyó el dirigente zapoteca Saúl Vicente.

* Más información sobre la Conferencia