Desde Porto Alegre, donde se viene desarrollando un foro descentralizado y de balance a diez años de la primera edición e esta instancia, Vélez reconoció al FSM como promotor de una nueva “cultura política” que ha servido como “escuela de formación” para nuevas generaciones de activistas contra el neoliberalismo capitalista desde los albores del siglo XXI.

Desde la perspectiva de la Federación Amigos de la Tierra Internacional (ATI), de quien Hildebrando es vocero ante el Comité Internacional del FSM, “probablemente hace diez años las organizaciones ambientalistas eran vistas como un tanto marginales, en parte por su escaso ‘músculo político’”, reflexiona Vélez.

Sin embargo, a partir del FSM y también de la crisis de civilización implícita en el capitalismo las mismas han pasado a tener voz propia en el conjunto del movimiento social.

Tras el derrumbe

Iniciado a una década de la implosión del bloque soviético y la consiguiente dispersión generalizada en las organizaciones populares, el FSM ha sido una herramienta eficaz a la hora de tejer alianzas, de reencontrarse en el nuevo tablero mundial, reconoce Vélez.

Además, dice, en él se ha logrado experimentar unas pedagogías y poner en escena debates que hacen a las necesidades y preocupaciones de las grandes mayorías de la humanidad en su conjunto.

Para Hildebrando Vélez, si bien el FSM no puede considerarse una panacea, sí resulta una plataforma eficaz para los movimientos y las luchas aunque a veces enlentecida por lo que el integrante de ATI señala como “dispersión metodológica”.

Foto: Jefferson Bernardes