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29 de octubre de 2016 | | |

El camino sigue

Colombia: el NO a la refrendación de los acuerdos y los nuevos caminos de construcción de paz

La victoria del ‘no’ a la refrendación de los acuerdos de paz en Colombia puede leerse desde diferentes perspectivas, pero no debe ocultar la urgencia de iniciar un camino hacia la construcción de paz que anhela la mayoría del país.

Por: Danilo Urrea - CENSAT Agua Viva – Amigos de la Tierra Colombia y Lyda Forero - Transnational Institute -TNI

El resultado del plebiscito celebrado el pasado 2 de octubre de 2016 en Colombia, en el que se invitaba a la población colombiana a refrendar los acuerdos entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla izquierdista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), sorprendió a la comunidad internacional y a diferentes sectores democráticos.1 Incluso causó sorpresa entre sectores conservadores y opuestos a los acuerdos, que no esperaban obtener mayoría con el NO en las urnas, así fuese mínima. Con dicho acuerdo, se pretendía poner fin al conflicto armado con ese grupo, que ya completa más de 50 años.

Se puede afirmar que el resultado de las votaciones fue un empate técnico, en el que el NO obtuvo un 50,2% de los votos, frente al 49,8% del SI.2 Pero es también preciso analizar los resultados en diferentes niveles.

En primer lugar, es relevante aclarar que no todas las personas que votaron NO al acuerdo lo hicieron desde la perspectiva de dar continuidad a la guerra, aunque una parte de la población votó bajo el influjo de la manipulación mediática de la campaña orquestada por el partido Centro Democrático, en cabeza del senador Álvaro Uribe Vélez,3 que bajo una estrategia de desinformación e indignación manipuló los contenidos de los acuerdos. El respaldo popular manifestado en las calles días después del plebiscito demuestra que incluso sectores que impulsaron el NO apuestan por la paz en Colombia.4

En segundo lugar, la votación también podría reflejar el llamado de un sector de la sociedad a hacer parte de las negociaciones, a tener una participación efectiva y no solamente consultiva, en la que no se tienen claras las metodologías y las maneras en que los acuerdos entre el gobierno y las insurgencias atienden a las reivindicaciones y exigencias de la sociedad colombiana.

En tercer lugar, es innegable la influencia de los sectores afines a la guerra, que intentan a toda costa evitar que los acuerdos de fin del conflicto lleguen a feliz término, en tanto que el esclarecimiento de la verdad sobre la promoción y financiación de la guerra, posterior a los acuerdos, les pondría en situación de vulnerabilidad, haciéndoles además perder los beneficios que les proporciona la continuidad de la confrontación.5 La campaña de rechazo al documento de La Habana se promovió desde una perspectiva que teme a la opción de construcción de memoria (política, ambiental, social) con el fin de mantener una verdad hegemónica que permita conservar las estructuras de poder e impunidad, existentes históricamente y fortalecidas durante el período de la ‘seguridad democrática’.6 7 Para ello, la campaña por el NO apeló a los valores conservadores de la sociedad, en defensa de la familia heterosexual, de la propiedad privada y de las estructuras existentes del Estado,8 en contra de una posible justicia transicional, y fortaleció el discurso y las herramientas del miedo para convencer a la población de que era necesario rechazar el Acuerdo de La Habana.

Respecto al margen de votación obtenido por el SÍ, se puede señalar que, reconociendo que no existe unidad en la comprensión de la paz y lo que se puede esperar del proceso que ha sido denominado ‘postconflicto’, es posible asumir que la mitad de quienes votaron apoyaron la generalidad de las propuestas contenidas en el Acuerdo de La Habana, con la esperanza de dar inicio a una nueva etapa en la historia del país, en la cual los conflictos sociales no se tramiten a través de la confrontación armada. Asimismo, un sector de la población espera que los espacios de participación política sin armas y a través del diálogo democrático permita la reconstrucción de la memoria ambiental para la producción de verdad frente a los conflictos ambientales, como posibilidad de restauración de la naturaleza y, con ello, reparación integral de las víctimas.9

Ahora bien, han surgido diferentes explicaciones al inesperado resultado del 2 de octubre de 2016 que se basan en la identificación de patrones de voto: urbano-rural, víctimas del conflicto-espectadoras/es o centro-periferia.10 En muchos casos, es difícil generalizar las decisiones de voto a partir de dichos patrones, pero consideramos importante añadir al debate dos aspectos que pueden haber influido en lo ocurrido en Colombia.

Por un lado, cabría mencionar el rechazo a la pax neoliberal y a políticas autoritarias y antidemocráticas promovidas por el gobierno de Santos, incluyendo una reforma tributaria regresiva y la profundización de proyectos extractivos minero-energéticos en todo el territorio nacional, además de la venta de empresas de servicios públicos como ISAGEN, dedicada a la generación y comercialización de energía.11 Así, el voto por el NO más que un rechazo a los acuerdos, puede representar una negativa a Santos y su modelo de país.

Por otro lado, desde una perspectiva histórica, se puede aludir a la incapacidad de una parte de la élite colombiana (terrateniente) de aceptar propuestas mínimas de cambio en la estructura de tenencia de la tierra, como ocurrió con las distintas propuestas de reforma agraria en los años 30 y 70 del siglo XX. En palabras de Absalón Machado, historiador económico y experto en cuestiones agrarias: “Las reformas agrarias no fueron el resultado de un proceso de cambio global en la sociedad y perecieron frente a las fuerzas políticas y económicas interesadas en mantener el statu quo y las estructuras de poder, en sociedades que estaban en tránsito hacia un desarrollo capitalista dependiente”.12

En la semana que siguió al plebiscito, el país fue espectador de una gran cantidad de noticias que, a la vez que dispersaban la atención y profundizaban la sensación de incertidumbre frente al posible retorno a la confrontación armada,13 hacían evidente la negociación entre élites sobre sus propias concepciones de paz ―neoliberal y tradicional terrateniente―,14 las cuales coinciden en la necesidad de mantener las condiciones para la inversión privada, tanto nacional como transnacional. Una vez más, como ocurriera en los años de la conformación del Frente Nacional,15 se pretende excluir a los sectores populares de esta negociación.

Sin embargo, las organizaciones sociales y una parte considerable de la ciudadanía se han movilizado masivamente en las principales ciudades, y existen espacios de movilización y debate permanente, haciendo un llamado a preservar los acuerdos, mantener el cese al fuego bilateral e indefinido, y abrir espacios para que la voz de quienes son afectados por el conflicto social, ambiental y armado sean escuchados en la definición de políticas del postconflicto.16 En este sentido, la apertura de la fase pública de negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) es recibida positivamente y con la expectativa de contar con espacios de participación concreta.

A pesar de la reacción masiva y politizada en los días que siguieron al plebiscito, es necesario reconocer el protagonismo que tuvo en éste la abstención, que alcanzó un 62% y es la más alta de los últimos 22 años.17 Sólo el 37,43% de las personas habilitadas para votar decidieron participar en la consulta gubernamental. Más allá de las explicaciones coyunturales, la abstención ha sido un fenómeno estructural histórico,18 que expresa la desconfianza de la población en general frente a las instituciones de un Estado corporativizado, que ha gobernado para las élites.19 Esto expresa un desafío aún mayor en relación con la definición y construcción de democracia para un proyecto de país basado en la justicia social y ambiental.

En el plano internacional, se han presentado símiles entre el resultado de la votación en Colombia y las consultas en el Reino Unido para salir de la Unión Europea20 (conocida como ‘Brexit’) y en Hungría sobre las políticas migratorias. En los tres casos, se cuestiona la manipulación frente al uso de herramientas de participación como los plebiscitos, ya que sus resultados son inesperados y sus consecuencias se presentan como perjudiciales para la población en general.21 Si bien es difícil establecer generalizaciones, pues en cada uno de los ejemplos hay complejidades propias del contexto nacional que van más allá de la consulta específica, es importante retomar la pregunta de cómo se entiende y se construye la democracia a partir de instituciones excluyentes y corporativizadas. También cabe interrogarse sobre las vías más adecuadas para definir, desde espacios democráticos, lo que puede ser mejor o no para el conjunto de las sociedades frente a temas sustanciales como, en el caso colombiano, el fin del conflicto de más de 50 años entre el Estado y una fuerza armada de izquierda.

El intenso debate de las últimas semanas, con la discusión previa sobre los acuerdos y las propuestas de paz desde los diferentes sectores y territorios, ha evidenciado que, a pesar de las tentativas de hegemonizar la verdad y, desde ahí, las posibilidades de participación y construcción política, en los últimos años se han escuchado cada vez más las voces de quienes han resistido y han sido víctimas del conflicto social, económico, ambiental y armado. La supuesta equivalencia entre oposición política, rebelión armada y terrorismo ha sido cuestionada y ahora se acepta la diferencia en las perspectivas políticas como una alternativa para la construcción de país. Las organizaciones populares pueden encontrar en ello la oportunidad de comunicar sus propuestas a otros sectores de la sociedad y, desde allí, continuar avanzando para sembrar una Colombia justa, solidaria y sustentable.

Finalmente, y luego de conocer la entrega del Premio Nobel de Paz a Juan Manuel Santos, parece quedar manifiesta y explícita la perspectiva internacional sobre la importancia de implementar prontamente los acuerdos con las FARC como uno de los pasos hacia la construcción de paz que, sin duda, anhela la mayoría de Colombia: la que ha sufrido en carne propia la guerra.


Notas

1. http://www.nytimes.com/2016/10/03/world/colombia-peace-deal-defeat.html, https://www.washingtonpost.com/news/monkey-age/wp/2016/10/03/colombia-j... y http://www.bbc.com/news/world-latin-america-37537252

2. http://plebiscito.registraduria.gov.co/99PL/DPLZZZZZZZZZZZZZZZZZ_L1.htm

3. Video de campaña: https://www.youtube.com/watch?v=-2wiy26x198#action=share. Entrevista a Juan Carlos Vélez Uribe, jefe de campaña por el NO, donde explica la estrategia: http://www.larepublica.co/el-no-ha-sido-la-campa%C3%B1a-m%C3%A1s-barata-...

4. http://noticias.caracoltv.com/acuerdo-final/marea-blanca-se-toma-bogota-...

5. http://www.nytimes.com/es/2016/10/14/alvaro-uribe-el-hombre-que-esta-blo..., http://www.semana.com/opinion/articulo/joaquin-robles-zabala-de-que-habl... y http://www.elpais.com.co/elpais/colombia/noticias/alvaro-uribe-velez-nom...

6. Se denominó Seguridad Democrática al programa de gobierno de Álvaro Uribe Velez, en los dos períodos de su presidencia (2002-2006 y 2006-2010) http://www.alvarouribevelez.com.co/es/content/seguridad-democratica

7. Ver entrevista a Juan Carlos Vélez, mencionada antes

8. http://www.semana.com/nacion/articulo/alejandro-ordonez-habla-del-proces...

9. http://censat.org/es/noticias/por-la-continuidad-del-proceso-de-negociac...

10. http://www.infobae.com/america/america-latina/2016/10/03/region-por-regi... y http://cnnespanol.cnn.com/2016/10/03/colombia-los-departamentos-con-mas-...

11. http://www.elheraldo.co/politica/analisis-ley-del-montes-venta-de-isagen...

12. Machado, Absalón (2013) Esbozo de una Memoria Institucional. La política de Reforma Agraria y Tierras en Colombia. Centro Nacional de Memoria Histórica, p. 39.

13. http://www.elespectador.com/noticias/paz/cese-al-fuego-bilateral-va-hast...

14. http://www.eltiempo.com/politica/proceso-de-paz/primer-encuentro-entre-s...

15. El historiador Mauricio Archila define el Frente Nacional en los términos siguientes: “El régimen de coalición bipartidista que gobernó a Colombia entre 1958 y 1974 tuvo el mérito de atenuar la confrontación por colores políticos pero ahondó la brecha social que produjo nuevas enemistades en el país”. Durante este período, las elecciones presidenciales se alternaban entre los partidos Liberal y Conservador, con el fin de superar la confrontación armada entre dichos partidos en el período anterior, conocido como “La Violencia”. Archila, Mauricio (1997) ‘El Frente Nacional: una historia de enemistad social’, en: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 24.

16. https://mesasocialpaz.wordpress.com/ https://www.facebook.com/PazALaCalleP y http://colombiaplural.com/organizaciones-proponen-una-cumbre-nacional-paz

17. http://www.eltiempo.com/politica/proceso-de-paz/abstencion-en-el-plebisc...

18. http://www.semana.com/nacion/articulo/abstencion-problema-historico/1173... http://www.efe.com/efe/usa/politica/oea-recomienda-a-colombia-medidas-co...

19. http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-37539590

20. https://www.theguardian.com/world/2016/jul/22/colombia-plebiscite-farc-v...

21. http://www.nytimes.com/2016/10/05/world/americas/colombia-brexit-referen... y http://qz.com/799824/from-brexit-to-colombia-this-is-turning-into-the-ni...

Imagen: CENSAT

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